Reproducimos un texto de Oscar Olivera, sindicalista boliviano, que nos demostra cara onde van os movimentos obreiros e sociáis en America Latina.
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Hermanos y hermanas todos y todas:
Hace catorce años y treinta y tres días que decidí y asumí de manera personal y contando con el apoyo de mis bases fabriles, hacerme cargo de ser el principal portavoz de los obreros y obreras fabriles de Cochabamba, cuando salí de los talleres de la fábrica Manaco, un 9 de diciembre de 1995.
Un 12 de enero de 1944 nacía desde las entrañas de la fábrica Manaco, el glorioso y combativo Sindicato Manaco al cual me honro de pertenecer por más de 31 años, cuando ingresé como ayudante del maestro hojalatero Sinforiano Montaño un 4 de septiembre de 1978.
Un 12 de enero del año 2000, la empresa Manaco decidió despedir a 60 obreros, la mayoría antiguos debido a problemas financieros.
Un 12 de enero del año 2000 también, la Coordinadora de Defensa del Agua y de la Vida –de la cual por azahares del destino me convertí, sin quererlo, en uno de sus principales portavoces– convocaba a su primer gran bloqueo por la dignidad cochabambina defendiendo el derecho al agua, el derecho a la vida, contra el mal gobierno, contra la privatización del agua, contra la corrupción. Así comenzó la Guerra del Agua.
Hoy 12 de enero del 2010, luego de 66 años de haberse fundado el sindicato Manaco, 10 años de haber posibilitado recuperar nuestra VOZ y nuestra capacidad de DECIDIR como gente sencilla y trabajadora, como Pueblo, es que de manera personal y pese a que a mi gestión todavía le resta un año calendario, HE DECIDIDO DEJAR EL CARGO DE SECRETARIO EJECUTIVO DE ESTA GLORIOSA, DIGNA Y SENCILLA FEDERACIÓN DE TRABAJADORES Y TRABAJADORAS FABRILES DE COCHABAMBA.
Esta dejación y renuncia a mi cargo y responsabilidad, la hago de manera dolorosa y triste, pero al mismo tiempo alegre y con esperanza. De manera dolorosa y triste porque el sistema económico neoliberal, el sistema de partidos, los caudillos y patrones ha dañado la mente y los corazones de miles y miles de trabajadores y trabajadoras jóvenes, y a la mayoría de ellos los ha obligado a olvidar su historia, sus valores, su cultura, sus orígenes, su destino y los ha condenado a un presente de sumisión, de subordinación, de resignación, de rabia, de impotencia y desmovilización. Estos jóvenes trabajadores y obreras están viviendo una esclavitud silenciosa y clandestina.
Dolorosa y triste porque esa fuerza, esa energía, esa capacidad de indignación y movilización recuperadas en la Guerra del Agua, hoy han sido expropiadas otra vez, como en 1952, como en 1970, como en 1982, como en el 2003, por los partidos y los gobiernos que proclaman ser nuestros gobiernos. Otra vez nos hemos dejado expropiar nuestra voz, nuestra autonomía como movimientos sociales. En esos años nuestra lucha fue por recuperar la independencia y nuestra voz; eso quisimos ser, eso debemos volver a ser.
Pero también dejo este espacio de manera alegre y con esperanza, porque en el recorrer de este corto camino hemos encontrado hombres y mujeres, niños y jóvenes, ancianos y ancianas, profesionales o no, y de todos ellos he aprendido su generosidad, su entrega, su amor por el pueblo, por la lucha, por la justicia, su rechazo a las pegas y las prebendas, a los cañonazos de dinero de los ministerios, las diputaciones o las alcaldías, comprendiendo que ante todo el verdadero poder no está en los de arriba, sino está en cada uno de nosotros y nosotras, abajo y a la izquierda como dicen los hermanos y hermanas indígenas de Chiapas, los y las zapatistas.
En este recorrido, muchas veces incomprendido hemos encontrado a gente dispuesta a luchar a mirar de cara y a los ojos del patrón de decir NO a la subordinación partidaria, acciones y actitudes de dignidad, eso nos ha fortalecido en este tiempo y por eso me voy con alegría y esperanza.
Si hay algo que estamos dejando como el legado mayor a las generaciones futuras y presentes que hoy luchan por su emancipación no han sido puentes ni edificios, no han sido bonos ni premios, no hemos obsequiado poleras ni gorras, porque eso es engaño, es estafa.
Estamos dejando la posibilidad de que sí es posible construir espacios de dignidad de insobornabilidad, espacios de alegría y esperanza. Esta Federación y la Coordinadora son el referente moral, la reserva moral de un proceso de cambio que fue iniciado mucho antes del 2000. No empeñamos nuestra palabra a nadie, ni al patrón, ni al caudillo, ni a partido alguno. Nos escuchamos y hablamos entre nosotros, discutimos y confrontamos las ideas, decidimos y ejecutamos, como cuando tomamos las fábricas con los patrones dentro, cuando cercamos el poder político estatal o cuando expulsamos a Presidentes y las transnacionales del agua, eso es posible y eso debemos volver a hacer, eso no podemos olvidar, ese es el verdadero poder, eso es recuperar la política para el Pueblo.
Aprendimos a pensar y actuar por nosotros mismos para que nadie más nos diga lo que debemos hacer, para que nadie más pueda engañarnos, para que el voto popular, la confianza y la esperanza que se ha dado en estos últimos tiempos desde los sectores más empobrecidos y dignos no se convierta en fiesta para los ricos, para los pudientes, para los neoliberales disfrazados de ovejas, para las “misses”. El proceso no es propaganda, el proceso no es discurso, el proceso no es marketing, el proceso es cambiar la vida de la gente.
Por eso saludo a los jóvenes trabajadores y trabajadoras que hoy tienen el desafío y la tarea de hacerse responsables de esta Federación de esta casa y espacio que es del Pueblo.
Para terminar deseo agradecer a la gente que se encuentra en esta sala que representa el sentir y el luchar y trabajar de muchos otros y otras que no pudieron venir, esa gente son mis hermanos y hermanas, los y las que me apoyaron cuando fui débil e incrédulo. Agradezco también a los que fueron desleales de los que aprendí a no serlo, a todos y todas ustedes, no quiero decir nombres sería injusto, no me interesa si son blancos o morenos, indígenas o mestizos profesionales o comerciantes, pero en especial a los comités y cooperativas de agua, a los regantes y regantas que me devolvieron e inculcaron la forma de ver la vida de nuestros ancestros, a mis hermanos y hermanas obreros y obreras de las fábricas y los talleres clandestinos de Cochabamba y el país, a quienes tuve el honor y el orgullo de representarlos y luchar de manera conjunta, a los dignos dirigentes sindicales fabriles de todos los niveles, a todos y todas ustedes sin distinción, porque todos somos hijos e hijas de la tierra, no somos hijos del sistema.
Finalmente quiero agradecer a mi familia. Como siempre ocurre con las familias de los sindicalistas estas son las últimas en ser atendidas y agradecidas. Hace años mi madre vino y estuvo sentada en una de las sillas ahí atrás; ante ella y varios de los que hoy me acompañan juré no robar, no mentir, no flojear, no traicionar y así traté de actuar, con todas mis limitaciones y defectos. Hoy renuevo ese juramento, ante ustedes, ante mis hijos e hijas, hermanos y hermanas que se encuentran aquí. Ellas y ellos que saben que jamás les mentí y que más bien puse en riesgo sus vidas, sus corazones, sus existencias, sus sueños, que también son los sueños de nuestro pueblo. Hoy con la dejación y renuncia a este puesto de lucha, compartiremos de manera más legítima, como siempre, y construiremos como siempre también, desde abajo, desde el llano, desde donde está el verdadero poder la posibilidad de un mundo mejor, solidario, recíproco, respetuoso, transparente, alegre y en movimiento.
Hasta la Victoria.
Sin Patrones, Sin Caudillos, Sin Partidos
Ni Privatización, Ni Nacionalización, Ni Estatización…..AUTOGESTIÓN.
La Llajta (Cochabamba-Bolivia), en el mes de enero del 2010, mes de poca agua, poca lluvia y mucho carnaval electoral.
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